El termino "Danza Macabra" encierra ciertas manifestaciones artísticas que cobraron auge en Europa entre los siglos XIV y XV. En un mundo azotado por plagas devastadoras surge la danza macabra como uno memento mori (Recuerda que morirás), recordatoria de la fragilidad de la vida terrenal y la posibilidad latente de una muerte repentina, aunado a la búsqueda espiritual que exhorta a estar preparado, en cualquier momento, para rendir cuentas al creador.
Por medio del ámbito literario y plástico , el hombre de la saliente Edad Media manifiesta su inquietud no con la burla ni la representación lúdica de la muerte, si no a través de la expresión del horror provocado por la muerte inesperada que es sublimado en tajante resignación que llega a tomar tintes de cinismo y de ironía que según la tradición cristiana iguala a todos los estamentos sociales.
por desgracia no pude encontrar las imágenes de los siguientes versos que se encuentran en el libro La Danza Macabra de Guyot Marchant de la Bibloteca Nacional de París la cual preservó los dos manuscritos.
La Muerte
Parecéis sorprendido, Cardenal:
¡pero andad, sigamos a los otros!
Vuestra sorpresa de nada os servirá.
Vos habéis vivido con honores y magnificencia.
Vivid cómodamente y disfrutad de la negación
que sólo así podéis olvidar el final.
La Muerte
Venid, noble rey de coronada cabeza,
reconocido por tu fuerza y tu valor.
Ayer vivíais entre pompa y platillo
mas hoy debéis olvidar vuestros aires de grandeza:
no estáis sólo.
Vuestra riqueza de nada os servirá,
aun el más rico, al final, no posee mas que una mortaja.
El rey
Jamás aprendí a bailar
con tal desenfreno;
¡ay!, sólo ahora se medita y constata
lo que en realidad valen el orgullo, la fuerza y el linaje.
La muerte todo lo destruye,
tanto al poderoso como al débil,
sea grande o sea pequeño.
Entre menos se sobrevalúe uno, más sabio se es:
pues al final sólo polvo seremos.
La muerte
¡Abad, venid ya! ¿Huís?
No pongáis cara de espanto.
Seguir a la muerte es conveniente
aunque la odiéis.
Despediros de la abadía
que os volvió así de corpulento, así de obeso.
De modo irrevocable y rápido os pudriréis:
los más gordos se pudren primero.
El abad
No tengo ánimos
pero debo franquear el umbral.
Ay, en mi vida no he observado sin fallar
los preceptos de mi orden.
Vosotros que aún vivís
cuidaros de querer tener de más
si queréis bien morir.
La muerte
Magistrado, que conocéis sobre justicia
y sobre lo que conviene a grandes y pequeños
con el fin de gobernar a cualquiera
¡venid ahora a esta audiencia!
Yo aquí os convoco de inmediato,
para rendir cuentas de vuestros actos
ante el Gran Jurado que a todos juzga.
Cada uno cargará su propio fardo.
El magistrado
¡Eh, Dios! He aquí una ardua jornada;
no estaba yo protegido contra tal golpe.
La suerte me ha dado la espalda.
Entre jueces fui respetado
y he aquí que la muerte abate mi alegría,
ella, quien me ha convocado sin previo aviso.
No veo defensa alguna, a la muerte no se le detiene ni apelando.
La muerte
Hombre sabio, ni vuestros estudios
sobre los astros, ni todo vuestro conocimiento
podrán detener a la muerte.
La astrología de nada vale en esta cuestión.
Todos los descendientes de Adán, el primer hombre,
están consagrados a la muerte: esto lo enseña la teología. Por culpa de una manzana todos hemos de morir.
El sabio
Ni mi ciencia ni mi rango
sabrán cómo ayudarme.
Mi único pesar, ahora,
es el de morir en confusión.
En definitiva,
no sé más que lo descrito (ahí arriba)
y en ello pierdo la razón.
Aquel que quiera bien morir, bien ha de vivir.
La muerte
Burgués, apuraos, no tardéis más
que no poséis ni patrimonio ni riqueza alguna
que pueda protegeros de la muerte.
Si de los bienes que en abundancia os fueron otorgados
habéis sacado provecho, habéis sido sabio.
Lo que fácil viene, fácil se va.
Loco aquél que muere amasando fortuna cuando ignora para quién, en realidad, la atesora.
El burgués
Me duele abandonar tan pronto las rentas,
los bienes, los impuestos y las ganancias;
pero tú, muerte, menosprecias tanto al rico como al pobre,
está en tu naturaleza.
Las creaturas no son sabias al amar en demasía
sus bienes materiales que pertenecen sólo a este reino.
Para los que mucho poseen más ardua resulta la muerte.
La muerte
Despejad el camino: estáis en la sinrazón,
labrador. Seguidle ahora, franciscano.
A menudo habéis predicado acerca de la muerte:
Debéis sorprenderos menos
y aún menos alarmaros
que no existe hombre tan fuerte que la muerte no detenga,
por lo que bueno es prepararse para morir. La muerte siempre acecha.
La muerte
Niño pequeño, apenas nacido,
poco placer tendrás en este mundo.
Como los otros, serás invitado a la danza
pues la muerte tiene poder sobre todos.
Desde el día del nacimiento
todos están consagrados a la muerte:
loco aquél que no lo tenga presente. Quien más vive, más ha de sufrir.
El niño
A, a, a, aún no sé hablar;
soy un niño pequeño y mi lengua está muda.
Ayer he nacido y ya hoy debo partir.
No he hecho mas que entrar y salir.
No he cometido mal alguno, pero sudo de miedo.
Tomar la muerte de buena gana es mejor:
Nada altera los mandatos divinos.
El joven muere al igual que el viejo.
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